Miramón: Un líder que sus convicciones religiosas le evitaron ser héroe.
- Grace Perez
- 30 jul 2024
- 7 Min. de lectura
Libro electrónico.: La derrota de Dios.
Autor: José Luis Trueba Lara.
Editorial: Penguin Random House.
Convertido a ebook: Kiwitech
ASIN : B006GF4R5
ISBN: 978-607-11-1039-8
Género: Novela histórica.
Bibliografía: Se encuentra en los agradecimientos.
Páginas totales: 303.
a) José Luis Trueba Lara: Nació en la Ciudad de México el 19 de septiembre de 1960. Egresado de Escuela Nacional de Maestros, estudió sociología, filosofía de la ciencia en la Universidad Autónoma Metropolitana. Docente en las Universidades Latinoamericana, Iberoamericana, Nacional de México, Intercontinental y Tecnológica de México. Como periodista ha publicado en El Nacional, UnomásUno y La Jornada, editor de la revista Lee+, Grupo Editorial Santillana, Random House Mondadori, FCE y otros suplementos culturales.
CONTRAPORTADA: "La historia perdida de Miguel Miramón
Para la Historia oficial, Miguel Miramón es uno de los grandes traidores. A pesar de que su vida -intensa e impactante como pocas- se mezcla con varios de los sucesos más determinantes de nuestra historia, ha sido olvidado.
En la presente novela, José Luis Trueba Lara recupera los episodios que recrean a este personaje fascinante y contradictorio: el adolescente que combatió al ejército estadounidense en la batalla de Chapultepec, el general más joven de los ejércitos conservadores, el presidente de México, el exiliado, el místico convencido de la necesidad de luchar hasta el final, el enemigo de Juárez, que cayo junto con el imperio de Maximiliano...
Con un tono ágil envolvente, La derrota de Dios cuenta la otra historia de México: la de los conservadores que fueron silenciados tras la derrota. En sus páginas, Juárez y sus seguidores adquieren rasgos desconocidos, al tiempo que se muestra cómo las guerras fueron mucho más que un conflicto entre la iglesia y el Estado."
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Contenido: El libro inicia narrando cuando Maximiliano, Miramón y Mejía fueron fusilados en el Cerro de las Campanas. En el texto encontramos numerosos datos históricos, pero nos enfocaremos a la biografía del general Miguel Miramón.
Miramón se confesó con el padre Guevara quien lo acompañó hasta el paredón donde le entregó su reloj y la foto de Concha Lombardo de Miramón. Frente al pelotón dijo: "Dios mío, te ofrezco mi sangre en expiación de mis pecados y te pido la felicidad de mi patria." El cadáver fue embalsamado, pero su corazón se le entregó a Concha en un frasco con alcohol alcanforado. Al terminar el entierro recibió el pésame del general conservador Santiago Blancos, y ella le dijo que todo el partido conservador estaba enterrado junto a su marido. En su casa colocó el corazón en un altar y recordó la vida de su esposo.
Durante la guerra contra los yanquis, Miguel Miramón tenía 15 años y era cadete del Colegio Militar localizado en el Castillo de Chapultepec. Junto con sus amigos Romualdo Fagoaga, Leandro Valle y Manuel Ramírez de Arellano, vieron la derrota de las fuerzas mexicanas en Molino del Rey. Ante la ausencia de apoyo por parte de Santa Anna al director Nicolás Bravo, los sobrevivientes del recinto fueron hechos prisioneros en el hospital donde a Miguel le curaron la herida en la mejilla. Ahí se enteraron que los liberales "rojísimos", dieron una comida en el Desierto de los Leones a los americanos.
Cuando regresó la calma, Miramón se reinstaló en el colegio, no fumaba, tomaba o jugaba, a la vez que controlaba al máximo su conducta sexual. En resumen, su fe en Dios era inquebrantable. Durante una exhibición de los cadetes en el colegio conoció a Concha Lombardo, y desde ese momento quedó prendado de ella. Gracias a Fagoaga, pudo visitar a su amada; cuando la tuvo en frente de inmediato le propuso matrimonio, ella le contestó que regresara cuando fuera general.
Miramón dejó el colegio y pidió a Dios que le mostrara el camino correcto. En 1852, cuando el general Uranga apoyó militarmente el último regreso al poder de Santa Anna, el excadete fue ascendido a capitán y siempre puso su espada del lado de Dios y de la Patria. Gracias al conde de la Cortina, Miguel conoció al prelado Labastida quien dijo que ese encuentro fue gracias a la Divina Providencia.
En 1854, el Teniente Coronel Miramón, formó el Batallón California, y en varias ocasiones
logró que los soldados liberales reclutados por la leva desertaran y se pusieran bajo sus órdenes. Fue a visitar a Concha, que era pretendida por un protestante americano y habían solicitado el permiso del Vaticano para poder casarse. Miguel le dijo que terminaría casándose con ella.
Para 1857, empezaba la guerra entre liberales y conservadores. Miramón puso su espada a la orden de Dios, y realizó actos que le ganó la lealtad de los soldados, sobrevivió a un herida grave de bala en el muslo y logró escapar de la cárcel de la Acordada. Cuando el general Zuloaga fue presidente del país, Miguel obtuvo el grado de general y se casó con su amada Concha.
Miramón fue invitado a dialogar en secreto con Santos Degollado y el embajador americano Robert McLane para lograr la paz, pero el conservador no aceptó la libertad de cultos.
Gracias a las victorias obtenidas y a su gran capacidad de líder, los miembros del ejército y del clero, lo veían con más autoridad que al presidente Zuloaga que renunció cuando los estadounidenses empezaron a apoyar a los liberales dejando al general Miramón al cargo como presidente interino. En los 18 meses que estuvo en el cargo, Miguel fue reconocido por España y Francia donde logró un crédito con intereses de $14.00 por cada peso prestado para financiar al ejército conservador. El partido liberal con el apoyo de Estados Unidos venció a los conservadores. Miguel regresó a su casa derrotado, se flageló al tiempo que rezaba El Credo, para posteriormente refugiarse en la embajada española y salir con su familia a Europa.
Después de recibir la bendición del papa Pio IX, dialogó con este y con el Arzobispo Labastida de la posibilidad de llevar a México un emperador católico extranjero apoyado por Francia, mientras que los norteamericanos estaban en guerra y disminuyeron el apoyo a los liberales. Para convencerlo, Jecker le dio la oportunidad de regresar a México con el ejército francés apoyando al emperador. Por ser patriota rechazó el ofrecimiento y los conservadores en Europa lo dejaron solo. Decidió regresar a México con la idea de ponerse en contacto con sus partidarios para tomar el control del país, no aceptar el gobierno extranjero y después negociar con los franceses. Pero al llegar fue hecho prisionero por el general español Juan Prim y deportado a Cuba.
Al final Miramón tuvo que unirse a los franceses para regresar a México. Se le ordenó pasar desapercibido y estar bajo las ordenes de un teniente. Ante esto, Miguel prefirió retirarse y se negó a unirse a los liberales porque sus convicciones religiosas se lo impedían. El día que la pareja imperial entró a la Ciudad de México, los Miramón no salieron a la calle. Asistieron al baile en Palacio Nacional, donde Maximiliano le dijo al general que lo vería pronto. A los cuatro meses se dio la reunión. Se informó a Miguel que iría a Europa a capacitarse en el uso de artillería y su familia se quedaba en la corte de Maximiliano.
Miguel en Europa tenía una mensualidad ínfima, tuvo que vender los botones de oro de su uniforme para vivir muy mal. Concha en la corte de Carlota era humillada y le decían en son de burla "la presidenta". Pasaron dos años. En 1866, cuando las tropas francesas empezaron a dejar el país, Maximiliano decidió enviar a Concha con su marido para que le dijera que era necesario en México y no escuchara a los liberales. Regresaron en el mismo barco la familia Miramón y el general Márquez, ambos soldados sabían que solo Dios estaba con ellos.
En octubre de 1866, Maximiliano llegó a Veracruz con la convicción de abdicar, pero las cartas de su familia en Austria, le decían que no debía hacerlo, por lo que escuchó a sus partidarios mexicanos y dio el mando a los generales Miramón, Mejía y Márquez. Todo se resolvió en Querétaro.
Concha logró ver a su marido gracias al salvoconducto firmado por el general Díaz, se despidieron y juntos del emperador, que reconoció que se había equivocado en su decisión con Miguel. Le ofreció a Concha protección en Austria.
El 18 de julio de 1867 , Dios había sido derrotado.
Comentario: Gracias a la novela conocemos a Miguel Miramón como una persona de convicciones sólidas, con objetivos firmes. Él desde el colegio militar defendió a su país y no estaba de acuerdo en estar bajo la tutela norteamericana, sus principios religiosos le evitaron unirse al gobierno liberal y tampoco aceptó estar bajo las ordenes de extranjeros, situación que le valió ser exiliado en las peores condiciones para el líder que era dentro del ejército. Cuando regresó al país se comprometió del lado de los invasores y le costó la vida.
Definitivamente el texto justifica la imagen que la historia oficial le ha dado al general, pero que nos hace pensar que en ocasiones es necesario ser un poco flexible y saber pactar. Había una gran parte de moderador en ambos partidos, que apoyados por un líder militar como él, quizá la historia sería diferente.
¿Qué más sabes sobre este personaje que a pesar de su importancia ha sido casi borrado de nuestra historia?. Un café en la terraza del castillo nos espera.
Página 68: "Antonio López de Santa Anna, Benemérito de la Patria, General de División, Gran Maestre de la Nacional y Distinguida Orden de Guadalupe, Caballero Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III y Presidente de la República Mexicana."
Página 94: "Solo quieren conservar lo que tienen: sus tierras, su religión, la certeza que serán mandados por alguien justo y respetuoso. El verdadero pueblo señor mío, es tan conservador como nosotros."
Página 126:" La Iglesia y el Estado no se pueden separar con tres renglones sin fe sin fuerza y sin leyes justas, los hombres pueden mostrar lo peor de si mismos. La gente necesita riendas, y para eso están la cruz, la espada y la ley."
Página 191: "Creo que México daría un gran paso en su engrandecimiento el día en que no sean los pronunciamientos y las defecciones los medios de cambiar su gobierno, y el día que el ejército tenga como máximo invariable que la lealtad es la primera virtud del soldado."
b) Palabra de uso poco frecuente:
Cachaza: Lentitud.
Cipayo: Soldado indio de los siglos XVIII y XIX al servicio de Francia, Portugal y Gran Bretaña.
Defección: Acción de separarse con deslealtad de la causa o parcialidad a que se pertenecía
Entelequia: Cosa irreal.
Leva: Recluta de gente para el servicio militar.
Prelado: Superior eclesiástico constituido en una de las dignidades de la Iglesia, como el abad, el obispo, el arzobispo. Zafias: Dicho de una persona: Grosera o tosca en sus modales, o carente de tacto en su comportamiento.
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