Los "Juanes" lucharon por venganza, desconocían los ideales del movimiento de 1910.
- Grace Perez
- 30 ago 2022
- 8 Min. de lectura
Libro: Memorias de campaña.
Autor: Francisco L Urquizo.
Edición: Primera, 1985.
País: México..
Editorial: Fondo de Cultura económica.
ISBN: 968-16-1899-9.
Género : Narración histórica.
Diseño y fotografía de portada: Rafael López Castro.
Páginas: 157.
a) Francisco Luis Urquizo Benavides: Junio de 1891, Coahuila - abril 1969, Ciudad de México. Al inicio en la revolución estuvo bajo las órdenes de Emilio Madero, posteriormente militó en la Guardia Presidencial que dejó después de la Decena Trágica. Siguió en el ejército Constitucionalista. Siempre fue leal a Venustiano Carranza, por lo que posterior a su asesinato estuvo preso en Santiago Tlatelolco. Cuando salió libre, se exilió en Europa, donde comenzó su carrera de escritor. Regresó a México durante el gobierno de Lázaro Cárdenas. Desde ese momento empezaron sus logros: modernizó al Ejército Mexicano, fundó el servicio Militar Nacional, organizó la Brigada Motomecanizada y el Cuerpo Paracaidista. Creó al Escuadrón 201 de la Fuerza Aérea Mexicana que participó junto a los Aliados en la Segunda Guerra Mundial. Fue condecorado por los gobiernos de Argentina, Cuba, Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, Haití, Polonia y Venezuela. En México se desempeño como Secretario de Guerra y Marina de septiembre de 1919 a mayo de 1920 y de septiembre de 1945 a noviembre de 1946. Colaboro en los periódicos El Nacional, El Universal y algunas revistas. Estableció el Instituto de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana. Como escritor se le considera parte del movimiento literario sobre la novela revolucionaria, llamándole "el novelista del soldado". Sus restos descansan en la Rotonda de los hombres Ilustres.
Sus obras: Memorias de campaña, Tropa Vieja, ¡Viva Madero!, Páginas de la Revolución, México -Tlaxcalantongo, Morelos genio militar de la Independencia , La ciudadela quedó atrás, Europa Central 1922, Un joven militar mexicano y otras.
CONTRAPORTADA: "Al soldado se le ve casi siempre desde lejos: despersonalizado, en los desfiles. Cuando se habla de él, la mención toma forma generalizada de "heroicos Juanes": Lo mismo ocurría a principios de siglo cuando los "pelones", soldados rasos, eran un mero decorado para que se lucieran los altos jefes entorchados de oro, tocados con un casco emplumado y graduados en las escuelas militares de Prusia. También se les temía: las órdenes que debían cumplir eran con frecuencia crueles.
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Francisco L. Urquizo, quien se incorporó a la Revolución en 1911 y en calidad de soldado raso se interiorizó en la vida militar, sirvió a Madero y a Carranza y llegó a alcanzar el más alto grado militar, propone en sus libros--y en especial en Memorias de Campaña
--una visión del soldado desde dentro. Así describe las penurias del cuartel que se inician al toque de la Diana y que incluyen el rancho ínfimo, la disciplina estricta, la arbitrariedad de los jefes, dentro de las jerarquías en las que, como se dice "una orden se cumple, no se discute".
Urquizo escoge un soldado-- en el que se adivinan numerosos caracteres autobiográficos-- y lo hace actuar en un periodo especialmente difícil del movimiento revolucionario: el que va de la Decena Trágica a la muerte de Carranza en Tlaxcalantongo, alternando la descripción de la vida militar con la narración de la historia, vistas ambas con los ojos del soldado. El resultado sorprende: una historia que ha sido narrada de muy diversas maneras cobra nueva profundidad."
CONTENIDO:

La narración inicia en el cuartel de la Guardia Presidencial que desde el general Porfirio Díaz, era la encargada de la seguridad del primer mandatario. Se describe la rutina diaria en el cuartel: toque de Diana, ponerse la camisa larga de dril crudo amarrada a la cintura, así podían portar el sable y las cartucheras. El uniforme estaba reservado para eventos fuera del cuartel. El ejército proporcionaba a los soldados dos mantas, un cobertor, mesa de madera con silla, y el rancho diario. Los uniformes lo pagaban de su sueldo. El salario diario era: el teniente ganaba $10.00, el mayor $6.00, el capitán $4.00 y $3.00 los subalternos, por lo que a excepción de los tenientes, todos vivían en el cuartel.
Después de limpiar la caballada y realizar las labores necesarias en el cuartel, el subteniente Urquizo tenía que montar guardia en la ladera del cerro donde se encuentra el Castillo de Chapultepec, no pudo realizarlo ya que inició la Decena Trágica.
Ante las hostilidades, los jefes de la Guardia Presidencial se declararon neutrales y no participaron en la revuelta. Por esto, el subteniente abandonó el cuartel y se dirigió a Palacio Nacional. Ahí el señor Madero lo envió al Castillo de Chapultepec para ponerse bajo el mando del general Joaquín Beltrán. Su función fue como oficial de ordenes, por lo que llevó varias indicaciones para organizar la defensa. Al final, las fuerzas que apoyaban al presidente fueron derrotadas.
Al enterarse del asesinato del presidente Madero y del vicepresidente Pino Suarez, Urquizo se dirigió al norte. A partir del 1° de abril de 1913, se unió al ex gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza que encabezaba al Ejército Constitucionalista contra el usurpador. Francisco Urquizo se integró a su estado mayor, e inició con el entrenamiento de los ciudadanos que a la larga formaron el primer Batallón de Zapadores, que contaba con dos compañías para maniobras y una exclusiva para explosivos.
La primera incursión del batallón fue la victoria sobre el teniente coronel José Alessio

Robles en Candela Coahuila, donde obtuvieron un botín de caballos, armas y municiones. En las horas posteriores de la victoria, el Primer Jefe ordenó fusilar al capitán Morales del ejercito Constitucionalista que intentó violar a una muchacha del pueblo. Venustiano Carranza se dirigió a Cuatro Ciénegas Coahuila, dejando a Urquizo como jefe del sector.
Francisco Urquizo y su tropa se quedaron en Sabinas Coahuila. En este lugar, la cervecera le dio a los revolucionarios su producto sin cobrar, solo pidió a cambio carbón. La tropa también recolectó nueces que se vendió a los intermediarios habituales para obtener recursos para la causa. Visitaron burdeles, recolectaron víveres y abastecieron a los refuerzos que se encontraban en la Hacienda las Hermanas, en general tuvieron un momento de descanso. Cuando los federales atacaron la hacienda, los revolucionarios los enfrentaron utilizaron los dos cañones medianos y al "Rorro" de manufactura propia a pesar de no tener buen alcance y por lo mismo poca utilidad. Se tocó retirada y en el trayecto, destruyeron depósitos de agua, vías férreas, plantas de luz, y decomisaron todo lo que les era útil. Las bajas fueron tan numerosas, que se terminó el Batallón de Zapadores.
Francisco y los sobrevivientes, fueron asignados a las fuerzas del general Antonio I. Villarreal. De camino a Monterrey, los sorprendió un viejo que como franco tirador abatió a varios revolucionarios, solo defendía a su familia. Librado el incidente, más adelante los federales hicieron un ataque sorpresa utilizando trenes, los revolucionarios los superaron obteniendo la victoria además de numeroso parque y ascensos para sus oficiales.
La batalla que se libró en Monterrey casi les dio el triunfo, de no ser porque en la ciudad en medio del combate, varios soldados y oficiales entraron a comer al restaurante del hotel del Golfo, cuando el dueño pasó la cuenta, le contestaron que pagarían cuando triunfara la revolución. Los soldados veteranos lograron que le dieran de beber en las cantinas, por lo que la lucha se mantuvo por los ciudadanos que se agregaron a los combatientes, porque la mayoría de la tropa estaba borracha.

Al saber que un contingente federal atacaría, los rebeldes decidieron dejar la plaza. Enfilaron a Matamoros. Urquizo fue enviado a Sonora con Venustiano Carranza para entregarle documentos y rendirle el parte de las acciones. Antes de partir, en Torreón, visitó a a su familia y se encontró con Belem, la famosa revolucionaria que nunca recibió grado, sueldo o felicitación alguna, y era tan comprometida con la causa que hacía palidecer a varios soldados y oficiales.
Después, sucedieron los triunfos definitivos contra el usurpador Huerta: la toma de Zacatecas, de Guadalajara, de San Luis Potosí y la entrada de Venustiano Carranza a la Ciudad de México. Pero en vez de tener paz, las diferentes facciones revolucionarias (carrancistas, villistas, zapatistas, convencionistas y felicistas) pelearon entre sí hasta que el señor Carranza quedó como presidente de la nación, pero cuando tocó el tiempo de elecciones, él apoyó al ingeniero Bonillas. El ejército lo traicionó y fue asesinado el 21 de mayo de 1920, en Tlaxcalantongo. Sus oficiales leales como lo era Francisco Urquizo, fueron arrestados antes de que llegaran con el cadáver del presidente a la Ciudad de México para enviarlos a la prisión en Santiago Tlatelolco.
COMENTARIO: La enseñanza que nos deja el libro es sorprendente. Conocemos de primera mano lo que fue la vida del soldado revolucionario, sin preparación, ni organización, peleando por la tierra que pisaban sin tener mayor plan para un futuro a mediano plazo. Las condiciones precarias para su sustento no cambiaron mucho del siglo XIX a inicios del XX, pero siempre con la esperanza de conseguir algo menos malo a lo conocido los mantuvo a flote. Sin concepto de disciplina, táctica o estrategia, como se demostró en Monterrey, y quizá en numerosas ciudades del país, se logró ganar contra un traidor, pero leales a un superior, no a una causa.
Definitivamente la vida de la tropa era muy difícil por tratarse de voluntarios que inicialmente buscaban venganza y obtener una "mejora rápida" en su economía, y peleaban para sobrevivir ese día, sin conciencia de trabajo en equipo y mucho menos pensar en lograr un país con mayores oportunidades.
Es grato leer que se reconoció la participación de Belén como parte de la población que luchaba por derrocar al gobierno de Huerta. Como ella quizá varias, además de las soldaderas.
Platiquemos, ¿Piensas que la preparación integral del ejército y los proyectos de la población han cambiado?. Te espero con un café recién colado.
Página 11:"Desde el toque de "diana", al amanecer, hasta el de "silencio", ya caída la noche, fajinas, servicios, limpieza del cuartel y de la caballada, y por si fuera poco, instrucción con armas, sin ellas, pie a tierra o a caballo."
Página 38:"Nada importaba por el momento; solo una idea persistía insistente en cada nuevo revolucionario: luchar, luchar hasta vencer o morir; de antemano se había hecho ya una suprema renunciación a la vida sojuzgada por la bola pretoriana de un militarismo imperante."
Página 79:"Las circunstancias nos obligarían a una actividad permanente; a caminar de día o de noche para dar "albazos", golpes de mano, destruir las comunicaciones del enemigo; quemar puentes; asaltar guarniciones pequeñas, poner emboscadas; atacar cuando las circunstancias fueran favorables o huir cuando así conviniera; hacer la guerra de guerrillas sin parar y solo dar golpes seguros."
Página 145;"El pueblo en armas, a un solo y riguroso impulso, había barrido a costa de su sangre y de su sacrificio el impuro régimen nacido del cuartelazo de febrero de 1913. Soldados improvisados del campo, de la provincia, sin preparación, sin elementos bélicos, con su sólida y férrea voluntad de restaurar un gobierno legal emanado del voto..."
b) Palabras de uso poco frecuente:
Acémila: Mula o macho que se usa para llevar carga.
Cabestro: Cuerda o correa que se ata a la cabeza o el cuello de las caballerías para llevarlas o sujetarlas. Buey manso que se coloca delante de las reses bravas para que las guíe.
Coto: Terreno cercado o delimitado de forma visible que está reservado para uso y aprovechamiento particular; especialmente aquel en el que la caza o la pesca están controladas.
Entorchado: Adorno bordado de oro o plata que llevan en las mangas del uniforme los suboficiales, oficiales y jefes del ejército y determinadas autoridades.
Fajina: En el ejército toque de formación para comer.
Lupanar: Prostíbulo.
Sordina: Pieza que sirve para disminuir la intensidad del sonido o para cambiar el timbre de algunos instrumentos musicales, generalmente los de metal.
Zapador: Soldado que pertenecía a un cuerpo encargado de abrir trincheras y abrir camino en las marchas. Militar perteneciente a unidades básicas del arma de ingenieros.

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